¡¡Adelante, siempre adelante!!

EL CANTAR DE MIO CID.





LA OBRA
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Resultado de imagen de imágenes del cantar del mio cidEl Cantar de Mio Cid (CMC) o Poema de Mio Cid constituye la primera gran obra de la literatura española escrita en una lengua romance y el monumento más importante que se conserva de la épica castellana. Este cantar de gesta relata las hazañas heroicas inspiradas libremente en los últimos años de la vida del caballero castellano Rodrigo Díaz, el Campeador. Del Cantar de Mio Cid se ha dicho que es el bello pórtico de nuestra literatura medieval.
El CMC se conserva en un solo manuscrito cuyo códice del s. XIV se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid. Se trata, para algunos especialistas, de una obra anónima que ha llegado hasta nosotros gracias a una copia manuscrita de 3.730 versos, realizada por Per Abbat en torno al año 1207. Parace probable que este no fuera el autor del texto, sino un simple copista, pero sobre esta cuestión no hay una opinión unánime. Algunos estudiosos importantes sostienen que el poema fue escrito por dos poetas juglares: uno de San Esteban de Gormaz, buen conocedor y próximo a los hechos que narra, que escribíría muy cerca de la realidad histórica y sería el autor del cantar primero (el del destierro); y otro de Medinaceli, más tardío y alejado de los hechos históricos del Cid, que poetiza más libremente, introduce adiciones novelescas, y que sería el que compondría los dos últimos (el de las Bodas y el de la Afrenta de Corpes). Otras interpretaciones sostienen la existencia de un único autor y retrasan su composición a principios del siglo XIII.

El tema central del poema es la honra del héroe: la pérdida y la recuperación de la honra por parte del héroe castellano es el motor de la obra, y en torno a ello se disponen los acontecimientos. El objetivo del héroe en los dos primeros cantares es conseguir el perdón del rey. El tercer cantar se organiza en torno a la recuperación de la honra perdida por la afrenta de Corpes. La ascensión del héroe se consigue tanto por su esfuerzo personal como por su confianza en la justicia.

Cantar
Argumento
Cantar del destierro
El Cid, desterrado por el rey, sale de Vivar y llega a Burgos donde nadie se atreve a darle asilo por temor a las represalias reales. Para pagar a sus soldados, su sobrino Martín Antolínez engaña a los judíos Raquel y Vidas. En Cardeña se despide de su esposa doña Jimena y de sus hijas pequeñas, Sol y Elvira. En sueños se le aparece el arcángel Gabriel, que le predice grandes victorias. Entra en tierra de moros y les arrebata diversas plazas. Envía al rey un espléndido presente esperando reconciliarse con él y recuperar su honra perdida. Reforzadas sus tropas, ataca Huesca y derrota a los moros de Lérida, ayudado por el conde de Barcelona, al que hace prisionero y libera días después.
Cantar de las bodas
El Cid conquista Valencia y envía nuevo presente al rey castellano, al tiempo que le pide deje ir a su lado a su esposa e hijas. El rey accede. Al poco tiempo, la ciudad es sitiada por el rey de Marruecos. El Cid lo derrota y envía un tercer presente al rey Alfonso. Los infantes de Carrión solicitan la mano de las hijas del Cid. Interviene el rey para lograr el consentimiento del Cid, a quien perdona pública y solemnemente.
Cantar de la afrenta de Corpes
Se pone en evidencia la cobardía de los infantes de Carrión en diversos hechos de armas y en el episodio del león. Los infantes, dolidos, deciden regresar a Carrión con sus esposas. En el robledal de Corpes, los infantes de Carrión azotan a sus mujeres y las abandonan teniéndolas por muertas. Enterado el Cid pide al rey justicia. Los infantes son vencidos en un duelo por dos de los hombres del Cid. El anuncio de que los infantes de Navarra y Aragón solicitan en matrimonio a las hijas del Cid da fin al poema.

MÉTRICA Y ESTILO
El verso del CMC o "verso épico" tiene como características métricas el anisosilabismo (versos que no tienen igual número de sílabas), la división interna en hemistiquios y el empleo de la rima asonante y el metro irregular. Así, los versos pueden llegar a tener hasta veinte sílabas y su estructura es bimembre, de manera que quedan divididos en dos hemistiquios desiguales por una pausa (cesura) en el centro. La rima asonante permite la agrupación de los versos en tiradas más o menos largas con la misma rima (asonancia monorrima), en ocasiones existen también rimas internas.

Con respecto a la lengua y estilo del poema, su carácter oral y su vinculación al mester de juglaría le confieren rasgos concretos.La lengua es arcaizante, pero el juglar en su propósito de llegar al público con su relato no tiene inconveniente en incluir neologismos o latinismos. Destaca la presencia de estos últimos, así como las expresiones eclesiásticas o legales
Los rasgos más característicos son que debéis tener encuenta son:
-Uso frecuente de los epítetos épicos, para dotar a los personajes de cualidades excelentes, lo cual es una fórmula juglaresca: Fabló mio Cid, el que en buen ora cinxo espada.
-Frecuente cambio del punto de vista narrativo, pasa del estilo indirecto en 3ª persona al diálogo, lo que infunde a la narración un carácter más dramático.
-Empleo de expresiones para atraer la atención de los oyentes, recurso utilizado en los cantares de gesta por ser obras de transmisión oral: Yo vos diré, dirévos, veriades…

-Estilo pleonástico con fórmulas como "plorar de sus ojos".
-La estructura bimembre antes comentada.

Hemos de tener en cuenta que los juglares no se dirigen especialmente a un público tosco ni a un píblico refinado; cantan para toda la sociedad y puede decirse que frecuentan mas la clase caballeresca, cuyos hechos celebran (M. Pidal, Poesía e historia en el Mio Cid).



SELECCIÓN DE FRAGMENTOS DE MIO CID PARA TRABAJAR.

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CANTAR PRIMERO (VS. 1-1086): 
CANTAR DEL DESTIERRO.
Tema central: DESHONRA. El Cid sale de su ciudad natal, Vivar, en Burgos. El héroe es injustamente desterrado de Castilla por el rey Alfonso VI. Don Rodrigo se ve obligado a abandonar su casa y a separarse de su esposa, doña Jimena, e hijas, Elvira y Sol, que quedan recluidas en un monasterio. Comienza la conquista de territorios árabes.

Este es el comienzo del manuscrito, lo he modificado un poco para que observéis algunos rasgos del castellano medieval. Los siguientes fragmentos están más adaptados a la lengua moderna para que los podáis entender mejor.


De los sus ojos estaba    tan fuertemente llorando,
tornaba la su cabeza.      e estávalos catando.
E vio las puertas abiertas     e los postigos sin candados,
Las alcándaras vacías,      e sin pieles y sin mantos,
E las perchas sin falcones.     e sin azores mudados.
Allí sospiró mío Cid,       pues tenía muy grandes cuidados.
Habló mío Cid,      tan bien e tan mesurado:
¡Gradéscolo a ti, señor,     el Padre qu’estás en alto!
¡Esto me han vuelto      los mios enemigos malos!
Allí piensan d’ aguijar    e allí sueltan las riendas.
A la salida de Bivar     tuvieron la corneja a diestra,
y, entrando en Burgos.    tuviéronla a siniestra.
Meció mío Cid los onbros.    e movió la tiesta:
¡albricias, Álvar Fáñez,    que echados somos de tierra!
Ya por la ciudad de Burgos    el Cid Ruy Díaz entró.
En la su conpaña trae     sesenta pendones lleva detrás
Todos salían a verle,      niño, mujer y varón,
a las ventanas de Burgos.    mucha gente se asomó.
E burgueses e burguesas     cabe las finestras son
Plorando están de los ojos.     ¡tanto havían el dolor!
E de las sus bocas todos.    dizían la misma razón:
“¡Qué buen vasallo sería.     si oviesse buen señor!”
De grado le albergarían,      pero ninguno lo osaba,
que a Ruy Díaz de Vivar         le tiene el rey mucha saña.
La noche pasada a Burgos      llevaron una real carta
con severas prevenciones     e fuertemente sellada
mandando que a Mío Cid     nadie l’ diesen posada,
e aquel que ge la diesse.    sepa lo que le esperaba:
que perdierié sus haberes     e los ojos de la cara,
e aun demás perdiere     e los cuerpos e las almas.
Gran dolor tienen en Burgos     todas las gentes cristianas
de Mío Cid se escondían.     no pueden decirle nada.
Se dirige Mío Cid      adonde siempre paraba;
E cuando a la puerta llegó    fallóla muy bien cerrada.
Por miedo del rey Alfonso    acordaron los de casa
que como el Cid no la rompa    no se la abrirán por nada.
La gente de Mío Cid    a grandes voces llamaba,
los de dentro no querían    contestar una palabra.
Mío Cid picó el caballo,     a la puerta se acercaba,
el pie sacó del estribo,     y con él gran golpe daba,
pero no se abrió la puerta,      que estaba muy bien cerrada.
Una niña de nueve años    muy cerca del Cid se para:
“Mio Cid Campeador,        qu’en buena hora cinxo espada”
el rey lo ha vedado,      anoche a Burgos llegó su carta,
con severas prevenciones     e fuertemente sellada.
No nos atrevemos , Cid,    a darte asilo por nada,
porque si no perderíamos    los haberes y las casas,
perderíamos también     los ojos de nuestras caras.
Cid, en el mal de nosotros     vos no vais ganando nada.
Seguid y que os proteja     Dios con sus virtudes santas.”
Esto le dijo la niña     e se volvió hacia su casa.
Bien claro ha visto Ruy Díaz     que del rey no espere gracia.
De allí se aparta, por Burgos     a buen paso atravesaba,
a Santa María llega,     del caballo descabalga,
las rodillas hinca en tierra     e de corazón rogaba

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CANTAR SEGUNDO (vs. 1087-2277): 
CANTAR DE LAS BODAS.
TEMA CENTRAL: RECUPERACIÓN DE LA HONRA. El Cid conquista Valencia a los árabes. Acepta los regalos del Cid y lo perdona. El héroe se reúne con su familia. Sus hijas se casan con los condes de Carrión por voluntad del rey.






Ya la oración se termina, la misa acabada está,
de la iglesia salieron y prepáranse a marchar.
El Cid a doña Jimena un abrazo le fue a dar
y doña Jimena al Cid la mano le va a besar;
no sabía ella qué hacerse más que llorar y llorar.
A sus dos niñas el Cid mucho las vuelve a mirar.
"A Dios os entrego, hijas, nos hemos de separar
y sólo Dios sabe cuándo nos volvamos a juntar."
Mucho que lloraban todos, nunca visteis más llorar;
como la uña de la carne así apartándose van.
Mío Cid con sus vasallos se dispone a cabalgar,
la cabeza va volviendo a ver si todos están.
Habló Minaya Álvar Fáñez, bien oiréis lo que dirá:
"Cid, en buena hora nacido, ¿vuestro ánimo dónde está?
Pensemos en ir andando y déjese lo demás,
todos los duelos de hoy en gozo se tornarán,
y Dios que nos dio las almas su consejo nos dará”.
Al abad don Sancho vuelve de nuevo a recomendar
que atienda a doña Jimena y a las damas que allí están,
a las dos hijas del Cid que en San Pedro han de quedar;sepa el abad que por ello buen premio recibirá.
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CANTAR TERCERO (vs. 2278-3730). 
CANTAR DE LA AFRENTA DE CORPES.
TEMA CENTRAL: NUEVA DESHONRA. Pérdida del honor de las hijas de Cid y pérdida económica porque los condes de Carrión, después de maltratar a Elvira y sol, salen huyendo con la cuantiosa dote que les entregó el Cid con motivo de la boda.




En el robledo de Corpes entraron los de Carrión,
los robles tocan las nubes, ¡tan altas las ramas son!
Las bestias fieras andan alrededor.
Hallaron una fuente en un vergel en flor;
mandaron plantar la tienda los infantes de Carrión,
allí pasaron la noche con cuantos con ellos son;
con sus mujeres en brazos demuéstranles amor;
¡mal amor les mostraron en cuanto salió el sol! […]
[…] Todos se habían ido, ellos cuatro solos son,
así lo habían pensado los infantes de Carrión:
«Aquí en estos fieros bosques, doña Elvira y doña Sol,
vais a ser escarnecidas, no debéis dudarlo, no.
Nosotros nos partiremos, aquí quedaréis las dos;
«no tendréis parte en tierras de Carrión.
«Llegarán las nuevas al Cid Campeador,
«así nos vengaremos por lo del león».
Los mantos y las pieles les quitan los de Carrión,
con sólo las camisas desnudas quedan las dos,
los malos traidores llevan zapatos con espolón,
las cinchas de sus caballos ásperas y fuertes son.
Cuando esto vieron las damas así hablaba doña Sol:
«Don Diego y don Fernando, os rogamos por Dios,
dos espadas tenéis, fuertes y afiladas son,
el nombre de una es Colada, a la otra dicen Tizón,
cortadnos las cabezas, mártires seremos nos.
Moros y cristianos hablarán de vuestra acción,
dirán que no merecimos el trato que nos dais vos.

Esta acción tan perversa no la hagáis con nos
si así nos deshonráis, os deshonraréis los dos;
ante el tribunal del rey os demandarán a vos».
Lo que ruegan las dueñas de nada les sirvió.
Comienzan a golpearlas los infantes de Carrión;
con las cinchas de cuero las golpean sin compasión;
así el dolor es mayor, los infantes de Carrión:
de las crueles heridas limpia la sangre brotó.
Si el cuerpo mucho les duele, más les duele el corazón.
¡Qué ventura tan grande si quisiera el Criador
que en este punto llegase mio Cid el Campeador!
Mucho las golpearon, pues despiadados son;
sangrientas las camisas y todos los ciclatones.
Cansados están de herir ellos, ambos a dos,
rivalizando ambos en cual dará los golpes mejor.
Ya no pueden hablar doña Elvira y doña Sol,
por muertas las dejaron en el robledo a las dos.


FINAL DEL RELATO: RECUPERACIÓN DEFINITIVA DE LA HONRA.

Las Cortes obligan a los condes a devolver la dote al Cid. Anulan el matrimonio de los condes con las hijas del Cid y el rey las casa ahora con los infantes de Navarra y Aragón. De esta manera, el Cid no solo se reconcilia con su rey, sino que su familia pasa a formar parte de la casa real: el máximo reconocimiento de un rey a su vasallo y, desde luego, la máxima honra a la que podía aspirar un caballero.

Hablemos ahora de este que en tan buenhora nació.
¡Qué grandes eran los gozos en Valencia la mayor,
por honrados que quedaron los tres del Campeador!
La barba se acariciaba don Rodrigo, su señor:
"Gracias al rey de los cielos mis hijas vengadas son,
ya están limpias de la afrenta esas tierras de Carrión.
Casaré, pese a quien pese, ya sin vergüenza a las dos".
Ya comenzaron los tratos con Navarra y Aragón,
y todos tuvieron junta con Alfonso, el de León.
Sus casamientos hicieron doña Elvira y doña Sol,
los primeros fueron grandes pero éstos son aún mejor,
y a mayor honra se casan que con esos de Carrión.
Ved cómo crece en honores el que en buenhora nació,
que son sus hijas señoras de Navarra y Aragón.
Esos dos reyes de España ya parientes suyos son,
y a todos les toca honra por el Cid Campeador.
Pasó de este mundo el Cid, el que a Valencia ganó:
en días de Pascua ha muerto, Cristo le dé su perdón.
También perdone a nosotros, al justo y al pecador.
Éstas fueron las hazañas de Mío Cid Campeador:
en llegando a este lugar se ha acabado esta canción. (FIN)



LAS BATALLAS
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Embrazaron los escudos delante del corazón:
las lanzas ponen en ristre envueltas en su pendón;
todos inclinan las caras por encima del arzón
y arrancan contra los moros con muy bravo corazón.
A grandes voces decía el que en buena hora nació:
"¡Heridlos, mis caballeros, por amor del Creador,
aquí está el Cid, Don Rodrigo Diaz el Campeador!".
Todos caen sobre aquel grupo donde Bermúdez se entró
Éranse trescientas lanzas, cada cual con su pendón.
Cada guerrero del Cid a un enemigo mató,
al revolver para atrás otros tantos muertos son.
Allí vierais tantas lanzas, todas subir y bajar,
allí vierais tanta adarga romper y agujerear,
las mallas de las lorigas allí vierais quebrantar
y tantos pendones blancos que rojos de sangre están
y tantos buenos caballos que sin sus jinetes van.
Gritan los moros: “¡Mahoma”; “¡Santiago!”, la cristiandad.
Por aquel campo caídos, en un poco de lugar
de moros muertos había unos mil trescientos ya.
A Minaya Alvar Fáñez matáronle el caballo,
pero bien le socorren mesnadas de cristianos.
Tiene rota la lanza, mete a la espada mano,
y, aunque a pie, buenos golpes va dando.
Violo mio Cid Ruy Díaz el Castellano,
se fijó en un visir que iba en buen caballo,
y dándole un mandoble, con su potente brazo,
partióle por la cintura, y en dos cayó al campo.
A Minaya Alvar Fáñez le entregó aquel caballo:
-"Cabalgad, Minaya: vos sois mi diestro brazo".

…………………………….

Han salido de Valencia, ya la bandera sacaron,
son cuatro mil menos treinta los que el Cid lleva a su lado
y a cincuenta mil de moros sin miedo van a atacarlos.
Minaya con Álvar Álvaroz éntrase por otro lado,
y plúgole al Creador que pudiera derrotarlos.
El Cid hiere con la lanza, luego a la espada echa mano,
a tantos moros mató que no pueden ser contados,
le va por el codo abajo mucha sangre chorreando.
Al rey Yusuf de Marruecos tres golpes le ha descargado,
pero el moro se le escapa a todo andar del caballo
y se le mete en Cullera, castillo muy bien armado;
hasta allí le sigue el Cid por ver si puede alcanzarlo,
con otros que le acompañan de aquellos buenos vasallos.
Desde Cullera se vuelve Mío Cid el bienhadado,
muy alegre del botín tan grande que han capturado.
Ve cuánto vale Babieca, de la cabeza hasta el rabo.
La ganancia de aquel día toda por suya ha quedado.
De aquellos cincuenta mil moros que habían contado,
no pudieron escaparse nada más que ciento cuatro.
Las mesnadas de Ruy Díaz saquearon todo el campo,
entre la plata y el oro recogieron tres mil marcos,
y lo demás del botín no podían ni contarlo.
Alegre está Mío Cid, muy alegres sus vasallos
de que Dios les ayudara a aquella victoria en campo.


EPISODIO DEL LEÓN

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Suéltase el león del Cid. Miedo de los infantes de Carrión. El Cid amansa al león. Vergüenza de los infantes
Estaba el Cid con los suyos en Valencia la mayor
y con él ambos sus yernos, los infantes de Carrión.
Acostado en un escaño dormía el Campeador,
ahora veréis qué sorpresa mala les aconteció.
De su jaula se ha escapado, y andaba suelto el león,
al saberlo por la corte un gran espanto cundió.
Embrazan sus mantos las gentes del Campeador
y rodean el escaño protegiendo a su señor.
Pero Fernando González, el infante de Carrión,
no encuentra dónde meterse, todo cerrado lo halló,
metióse bajo el escaño, tan grande era su terror.
El otro, Diego González, por la puerta se escapó
gritando con grandes: "No volveré a ver Carrión.
"Detrás de una gruesa viga metióse con gran pavor
y, de allí túnica y manto todos sucios los sacó.
                                                     Estando en esto despierta el que en buen hora nació
                                                     y ve cercado el escaño suyo por tanto varón.
                                                     "¿Qué es esto, decid, mesnadas?¿Qué hacéis alrededor?"
                                                     "Un gran susto nos ha dado, señor honrado, el león."
                                                     Se incorpora Mío Cid y presto se levantó,
                                                     y sin quitarse ni el manto se dirige hacia el león:
                                                     la fiera cuando le ve mucho se atemorizó,
                                                     baja ante el Cid la cabeza, por tierra la cara hincó.
                                                     El Campeador entonces por el cuello le cogió,
                                                     como quien lleva un caballo en la jaula lo metió.
                                                     Maravilláronse todos de aquel caso del león
                                                     y el grupo de caballeros a la corte se volvió.
                                                     Mío Cid por sus yernos pregunta y no los halló,
                                                     aunque los está llamando no responde ni una voz.
                                                     Cuando al fin los encontraron, el rostro traen sin color
                                                     tanta broma y tanta risa nunca en la corte se vio,
                                                     tuvo que imponer silencio Mío Cid Campeador.
                                                     Avergonzados estaban los infantes de Carrión,
                                                     gran pesadumbre tenían de aquello que les pasó.



LA JURA DE SANTA GADEA
"Romance del juramento que tomó el Cid al rey don Alfonso"
(conocido como "La jura de Santa Gadea")


Uno de los episodios legendarios más famosos del Cid tuvo lugar en la antigua iglesia de Santa Gadea: aquí el Cid obligó a Alfonso VI a jurar ante los nobles que no había tenido nada que ver en la muerte de su hermano. Al parecer este pasaje tiene poco fundamento histórico y su origen se remonta al siglo XIII, aunque no aparece en el Cantar, pero sí en las Crónicas y el romancero. A pesar de su origen ficticio está muy enraizado en las creencias populares castellanas, pues de alguna manera ha venido a simbolizar la defensa del honor y la resistencia al poder arbitrario.   

Según algunos estudiosos, la fragmentación progresiva de los cantares de gesta (que como ya sabes son poemas épicos o heroicos que narran las hazañas de personajes históricos o legendarios) produjo una variedad de composiciones mucho más breves que se fueron desligando del asunto principal y adquirieron características formales y estéticas propias. Así, por ejemplo, aparecen romances que tratan o amplifican sucesos particulares del Poema del Mío Cid, como los del héroe en su juventud, sus relaciones con su esposa doña Ximena o el episodio de la afrenta que le hacen al Cid los Infantes de Carrión. 
Observa que los versos son de ocho sílabas, que se corresponden con las cesuras o hemistiquios de los poemas épicos de donde surgieron, y de rima asonante en los versos pares. 
¿De qué tipo de estrofa se trata?

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En Santa Gadea de Burgos
do juran los hijosdalgo,
allí toma juramento
el Cid al rey castellano,
sobre un cerrojo de hierro
y una ballesta de palo.
Las juras eran tan recias
que al buen rey ponen espanto.
—Villanos te maten, rey,
villanos, que no hidalgos;
abarcas traigan calzadas,
que no zapatos con lazo;
traigan capas aguaderas,
no capuces ni tabardos;
con camisones de estopa,
no de holanda ni labrados;
cabalguen en sendas burras,
que no en mulas ni en caballos,
las riendas traigan de cuerda,
no de cueros fogueados;
mátente por las aradas,
no en camino ni en poblado;
con cuchillos cachicuernos,
no con puñales dorados;
sáquente el corazón vivo,
por el derecho costado,
si no dices la verdad
de lo que te es preguntado:
si tú fuiste o consentiste
en la muerte de tu hermano.
 Las juras eran tan fuertes
que el rey no las ha otorgado.
Allí habló un caballero
de los suyos más privado:
—Haced la jura, buen rey,
no tengáis de eso cuidado,
que nunca fue rey traidor,
ni Papa descomulgado.
Jura entonces el buen rey
que en tal nunca se ha hallado.
Después habla contra el Cid
malamente y enojado:
—Mucho me aprietas, Rodrigo,
Cid, muy mal me has conjurado,
mas si hoy me tomas la jura,
después besarás mi mano.
—Aqueso será, buen rey,
como fuer galardonado,
porque allá en cualquier tierra
dan sueldo a los hijosdalgo.
—¡Vete de mis tierras, Cid,
mal caballero probado,
y no me entres más en ellas,
desde este día en un año!
—Que me place —dijo el Cid—.
que me place de buen grado,
por ser la primera cosa
que mandas en tu reinado.
Tú me destierras por uno
yo me destierro por cuatro.

Ya se partía el buen Cid
sin al rey besar la mano;
ya se parte de sus tierras,
de Vivar y sus palacios:
las puertas deja cerradas,
los alamudes echados,
las cadenas deja llenas
de podencos y de galgos;
sólo lleva sus halcones,
los pollos y los mudados.
Con el iban los trescientos
caballeros hijosdalgo;
los unos iban a mula
y los otros a caballo;
todos llevan lanza en puño,
con el hierro acicalado,
y llevan sendas adargas
con borlas de colorado.
Por una ribera arriba
al Cid van acompañando;
acompañándolo iban
mientras él iba cazando.



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(Versión en castellano moderno de Pedro Salinas. Tomado dehttp://amediavoz.com/cantardemiocid.htm#Tirada%201// http://www.cervantesvirtual.com/portales/cantar_de_mio_cid/ //http://serbal.pntic.mec.es/dbeo0001/literatura_medieval/literatura_medieval_08.htm


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